Querer y emocionar. Siempre que puedo empiezo los encargos poniendo atención en estas dos palabras. El principio y el fin. Antes de empezar, cuando todavía hay silencio, no hay formas establecidas y el vacío ocupa todo el espacio, me concentro en descubrir pequeñas intenciones. Para mí, tener una intención es querer y querer es la voluntad de hacer, de desear, de descubrir, de pasar a la acción; es el principio. El fin es resultado, percepción, huella, emoción, marca y vínculo.
Cuando todos los sentidos se centran en definir la intención y la emoción, los primeros pasos para empezar a construir aquello que tienes entre manos resultan más sencillos, el ritmo y el tiempo de trabajo adquieren otro significado, y la relación entre cada una de las partes se vuelve más auténtica, más cercana. Trasladar las necesidades hacia la intención es mi forma de conectar con todo lo que vendrá más adelante, es la clave para resolver los primeros requisitos, para construir honestamente y para no perder jamás el rumbo.
Observa tus raíces y su sentido más profundo. Descubre necesidades. Escucha tu voz. Deja de soñar con resultados memorables y exitosos. Confía en la huella que dejas cuando pisas, en el amor que sientes hacia tu propósito, en la emoción del vacío antes de empezar. Piensa en aquellos que buscan lo que tú tienes. Conecta con ellos. Viaja al principio de un nuevo mundo. Quiere y emociona al máximo. Convierte lo ordinario en extraordinario.